Se cuenta que, en la antigua China, los médicos dejaban de recibir una compensación económica cuando la persona se enfermaba, ya que su labor consistía en preservar la salud.

Cierta o no, esta historia se sitúa en las antípodas de la praxis médica contemporánea, aunque la definición de medicina sea «la ciencia y el arte que busca mantener la salud y prevenir, aliviar o curar las enfermedades».

La aplicación del modelo biomédico en el campo de la salud ha permitido en el último siglo grandes avances de conocimientos y de tecnologías, pero a la vez ha favorecido una fragmentación del ejercicio de la medicina incompatible con una visión del ser humano en su integridad y de la salud en su complejidad.

Si consideramos el ser humano como un sistema complejo, compuesto por elementos interconectados cuyo comportamiento global es más que la suma de las operaciones de sus partes, entonces la salud es el proceso dinámico a través del cual el sistema se adapta y se ajusta a los cambios, para mantener el equilibrio. La medicina hipocrática denominó vis medicatrix naturae a la capacidad del organismo de restablecer el equilibrio alterado, y esta idea sustenta el marco filosófico de la gran mayoría de las medicinas complementarias.

El médico pasa de ser el autor de la curación a ser el facilitador del mantenimiento de la salud, o el promotor del restablecimiento del equilibrio alterado que se percibe como enfermedad. Y es la persona la que se cura, lo cual devuelve, a cada individuo, el poder y la responsabilidad sobre su salud.

La complejidad del ser humano se refleja en la multiplicidad de acercamientos válidos a la salud disponibles hoy en día y a la vez realza la importancia de un sistema integrado que se adapte a cada situación personal.

Mi experiencia como médico en instituciones hospitalarias originó, a lo largo de los años, preguntas crecientes sobre salud, enfermedad, curación, a las cuales encontraba cada vez menos respuestas en mi formación y en mi entorno.

La Osteopatía me ofreció entonces un marco conceptual coherente y una modalidad que otorga y devuelve importancia a una de las herramientas terapéuticas más antiguas y poderosas: el tacto.

El estudio de la Integración Estructural añadió otros valiosos instrumentos orientados a potenciar la salud y el bienestar, que es, cada día más, mi objetivo personal y profesional.